Neptuno para los romanos, junto con Zeus y Hades, forma el trío de dioses Olímpicos más poderosos. Hermano de los dos anteriores, también fue devorado por su padre y salvado por Zeus, gracias a una poción hecha por Gea, que hizo vomitar a Cronos. Antes de la lucha con su padre, las Cíclopes lo dotaron del tridente mágico que hace estremecer mar y tierra. Luego del enfrentamiento, le fue otorgado el dominio de los mares y el poder de controlar las aguas y provocar maremotos. Rige también las aguas terrestres como lagos y ríos. Habita en un magnífico palacio en las profundidades del mar Egeo y todos los días recorre su vasto dominio en un carruaje al que están uncidos veloces caballos de cascos de bronce y crines de oro, seguido de un séquito de sirenas, nereidas, centauros marinos, hipocampos, delfines y ninfas marinas.
“…A su paso las olas se abren tranquilas y las más violentas tempestades se apaciguan respetuosamente ante el magnífico dios del mar y su séquito real…”
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