En una ocasión en que el rey Minos quería impresionar a los cretenses, les dijo que los dioses responderían a cualquier petición suya y los animó a que lo probaran. Los cretenses le dijeron que pidiera al dios Poseidón, que hiciese salir un toro del mar. Minos rezó fervientemente y prometió, que si el dios hacía aparecer el toro, él luego lo sacrificaría en su honor. Ante el asombro de todos, las aguas del mar se abrieron y apareció un magnífico toro blanco.Pero Minos, impresionado con la belleza del toro, decidió unirlo al resto de su ganado, y en su lugar sacrificó un toro normal. Esto enfureció a Poseidón y en venganza, hizo que la bella Pasífae, la que brilla, esposa de Minos se enamorara del espléndido toro.
La reina le regaló innumerables caricias, pero el toro no mostraba interés alguno. Aturdida por la pasión inconsumada, Pasífae confiesa su enfermizo amor a Dédalo, famoso por sus habilidades en la construcción de muñecas de madera con apariencia humana. El ateniense promete ayudarla y construye una vaca hueca hecha de madera, en donde Pasífae se esconde. El toro al ver el artilugio intenta la monta y de esta forma Pasífae ve consumado su amor. De esta unión nace el Minotauro (hijo-toro de Minos), bestia con el cuerpo de un hombre y la cabeza y los cuernos de un toro. Minos lo aceptó, hasta que la bestia comenzó a mostrar gusto por la carne humana. El rey no quiso destruirlo para no enfurecer más a Poseidón y decide llamar a Dédalo para pedirle que construya una prisión especial para el Minotauro. Dédalo construye una red de pasadizos y cámaras, algunas superficiales y otras subterráneas, del cual era imposible encontrar la salida. Este Laberinto se convierte en el hogar del Minotauro.
Dédalo y su hijo Ícaro, son desterrados de Atenas, cuando el inventor arrojó a su primo desde lo alto de un risco, en un arranque de celos por los logros obtenidos por el muchacho con algunos de sus inventos. Minos lo recibe en Creta, agradecido por haber construido el Laberinto. Sin embargo, Dédalo vuelve a retar al rey, entregando a la princesa Ariadna, un carrete de hilo que esta da a Teseo para que logre entrar al Laberinto, destruir al Minotauro y salir ileso. Minos se entera de que fue también el propio Dédalo quien ayudó Pasífae a consumar su ilícita aventura y lo encierra junto a su hijo en el Laberinto. En retribución del favor hecho, Pasífae ayuda a Dédalo e Ícaro a escapar del Laberinto, pero todavía les quedaba otra dificultad que sortear. Minos había puesto fuerte vigilancia en toda la isla de Creta, por lo que les era imposible escapara por mar. Ingenioso, Dédalo construyó dos pares de alas gigantes, utilizando hilo para juntar las plumas más grandes y cera para las más pequeñas. Mostró a su hijo cómo volar y lo advirtió de que no volara muy bajo porque el agua del mar mojaría las alas haciéndolas muy pesadas, ni volara muy alto porque el calor del sol derretiría la cera de las velas. Pero Ícaro se vio seducido por la sensación del vuelo y comenzó a subir cada vez más alto. El sol derritió la cera de sus alas e Ícaro se precipitó cayendo sobre los riscos.
Dédalo voló con más cuidado y aterrizó en Italia. Minos lo buscó incansablemente. Ideó un acertijo que sabía que sólo el inventor sería capaz de resolver y ofreció una fuerte recompensa a quien lo resolviera. El rey Cócalo de Sicilia, quien había dado hogar a Dédalo en su reino, le pidió que resolviera el acertijo, sin saber que se trataba de una trampa de Minos. Cuando recibió el acertijo resuelto supo que Dédalo se encontraba en el reino de Cócalo y exigió que le fuese entregado. El rey siciliano accedió, pero lo convenció de que tomara un baño primero e hizo que sus hijas lo mataran utilizando agua caliente.
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